jueves, 10 de junio de 2010

Los tigres del mundial

Un total de siete escuadras disponen de colmillos suficientes para encarnar al más hermoso de todos los felinos...


Vamos a estar claros de una cosa: en los Mundiales no siempre gana el mejor. Se sabe desde 1954, cuando el Ballet Húngaro de Puskas, Kocsis, Hidegkuti..., cedió contra Alemania Federal. Y después se confirmó con la derrota del Fútbol Total holandés en el ’74. Y otra vez quedó claro en España’82, donde las formidables selecciones de Francia y Brasil ni siquiera lograron llegar a la final.

Pero los vaticinios se hacen sobre bases lógicas, atendiendo a las fuerzas (más o menos) reales de cada conjunto. Esto es, que si vemos a un tigre acorralando a un ciervo, lo sensato es pensar que el astado proveerá un almuerzo.

¿Quién será el tigre en el torneo sudafricano? A mi juicio, un total de siete escuadras disponen de colmillos suficientes para encarnar al más hermoso de todos los felinos. Pero hay dos que descuellan sobre el resto.

Convencido estoy de que Inglaterra, Argentina, Italia, Alemania y Holanda, andan sobrados de aptitudes, y que el triunfo de cualquiera de ellos no sería sorpresa para nadie. Sin embargo, este cronista estima que Brasil y España viven en un piso más alto.

El llamado Scratch du Oro es el pentacampeón del universo, ganó la Copa América, la Confederaciones y la eliminatoria sudamericana, y es el único elenco terrenal que intimida con la sola exposición de su casaca.

Verdad, este Brasil no se parece a sus antepasados más ilustres —digamos, el de 1970-, defensores del jogo bonito y la alegría en el terreno. Eso, porque el técnico Dunga lo ha dotado de un estilo más conservador, con énfasis en la estructura defensiva y el resultadismo a ultranza.

Así, la Canarinha ya no busca el espectáculo: solamente el trofeo. Y para ello cuenta con el mejor portero del momento, Julio César; unos centrales de calidad probada, Lucio y Juan; dos portentos por el lado derecho de la zaga, Dani Alves y Maicon; y alternativas de caché para la zona de volantes.

Pero el Sol tiene manchas. El primer varapalos que podría enfrentar Brasil en la cita ecuménica se asocia con Kaká, su cerebro en el centro del campo, quien estuvo en el dique seco largo rato con el Real Madrid, y nadie sabe a ciencia cierta si podrá soportar los rigores de tan agitada competencia.

La decisión de no convocar a Ronaldinho, el recambio natural de Kaká, dejó a Brasil sin reemplazantes naturales para la creación de juego. De modo que ya en Rio, Sao Paulo, Recife..., los devotos del fútbol suplican a sus dioses que el astro madridista no se "rompa".

El segundo problema de los verdeamarillos, creo, está en la delantera. Dunga no tiene, ni por asomo, a un Pelé, un Tostao, un Romario, un Bebeto, un Ronaldo, y debe contentarse con Robinho, habilidoso pero inefectivo, y Luis Fabiano, casi tan torpe como los arietes nórdicos.

Como todas las obras humanas, también España es perfectible. Sin embargo, los retoques que precisa la Furia no son de tipo deportivo, sino psicológico: tantas veces fracasaron los ibéricos en pos de la Copa, que acaso aún no sepan la medida real de sus posibilidades.

Ahora, si España se da cuenta de que puede, difícilmente alguien —como no sea Brasil- consiga detenerla: sobre el césped y a día de hoy, ningún equipo del planeta sabe jugar como los hombres de Vicente Del Bosque.

Basados en un fútbol ofensivo y virtuoso que se empeña en la posesión de la pelota, los españoles tienen a un referente con escoltas de lujo en cada línea. En la meta, Casillas; en el fondo manda Puyol, pero también brilla Piqué; la medular es propiedad de Xavi Hernández, mas su arsenal comprende a Cesc, Iniesta y Xabi Alonso; y delante hay un tándem tenebroso formado por Torres y Villa.

(No obstante, la escuadra titular de la Eurocopa parece más letal cuando se rige por el sistema 4-5-1, que le ha dado exquisitos dividendos, a diferencia del clásico 4-4-2. Del Bosque ya se ha percatado).

España jugará en Sudáfrica con la generación suprema de su fútbol, una generación de hombres talentosos que dejan el ego en el vestuario y salen a la cancha a divertir a las tribunas. ¿Saldrá por fin airosa? ¿Volverá a naufragar entre los nervios y su habitual mala fortuna? ¿Chocará contra Brasil en la final?

Imposible saberlo. Lo seguro es que esta versión de la Furia proviene de la selva, y ruge, y tiene hambre. (Michel Contreras, Cubahora))

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